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sábado, 17 de noviembre de 2007

Dangerous Love

Autor:Blum
Título: Dangerous Love
Resumen: Romance entre los componenetes del grupo junto a unas conocidas chicas.
Género: Romance, Drama.
Clasificación: Todos los públicos.
Capítulos: 4 por ahora.
Contactar con la autora:Déjale aqi tu mensaje http://tokiohotelmania.foroactivo.com/msg.forum?mode=post&u=386



CAPITULO 1 / UN PARAÍSO SIN TI


Martes 1 abril 2008

Mientras subía las lujosas escaleras de aquel complejo hotelero pensaba en como se me ocurrió la genial idea de ponerme tacones ese día. Ni la situación, ni el momento acompañaban. Habían pasado 14 horas entre el vuelo, las escalas, y el viaje en barco hasta la isla donde estaba mi hotel. No apto para pies delicados. Pero ahí estaba yo presumiendo de zapatos de tacón nuevos comprados para lo ocasión, pero sin duda usados en el peor de los momentos.

Llegué al mostrador con cierto temor, nunca había viajado sola, y esto era una nueva experiencia para mí. Hacía esfuerzos por llevar la situación bien, y me había prometido conmigo misma en disfrutar de mi viaje, ya que había ahorrado durante tanto tiempo para hacerlo.

El recepcionista recogió mis papeles y me entregó la llave de mi bungalow. Un bungalow encima del mar. Me emocioné recordando las fotos que había estado viendo con tanta ilusión al elegir el hotel. Me adentré en el complejo, todo estaba al aire libre, la temperatura del aire había aumentado bastante desde que bajé del avión, era muy confortable volver a sentir el verano. Soplaba suavemente deslizándose entre mis piernas y mis brazos. Me hubiese quedado allí toda la vida.

Para entrar en el bungalow antes tenía que recorrer una pasarela de madera que flotaba sobre el mar, sentí un poco de miedo pero era bastante amplio, rápidamente dos hombres cogieron mis maletas y se adentraron en la pasarela dejándome las manos libres para poder andar tranquilamente por ella.

“Que serviciales” - Pensé

Botones - Señorita, ¿número de bungalow? - preguntó uno de los hombres.
Clarise - Puees, creo que el 24 derecha - Dije sin estar segura.
Botones - Esta bien, si no es el 24 derecha tendremos que mandarla de nuevo a su país - dijo de forma muy seria- Señorita, no se espante era solo una broma jajajajaja, se quedó blanca, no se preocupe si no es la habitación en la mía hay sitio.

“Vaya no se andan con rodeos”

Llegamos al bungalow. No había palabras. Era románticamente precioso. Románticamente precioso para estar en pareja…
Estaba perfectamente diseñado para el confort y la tranquilidad. No hacía más que preguntarme como era posible que todo aquello no se derrumbara encima del mar. Puesto que en la propia habitación había un jacuzzi decorado con pétalos de rosa y más bien parecía un piso que una habitación.
Los encargados dejaron las maletas en la puerta y se despidieron de mí. Empecé a inspeccionar todo aquello, realmente era maravilloso.

Aquella noche decidí no cenar puesto que era muy tarde y estaba demasiado cansada. Las pocas ganas que me quedaban por estar despierta las utilicé para guardar la ropa en los armarios. Al acabar decidí salir un rato a ver la noche. Crucé la pasarela que comunicaba mi bungalow con la pasarela horizontal donde comunicaban todos los demás. Me senté mientras la brisa del mar rozaba mi cara, y escuchaba música de baile a la lejanía, el paraíso. Suspiré. Me encontraba sola.



CAPITULO 2 / ¿QUIÉN DICES QUE ERES?


Miércoles 2 abril 2008

Mis ojos se empezaron a entreabrir lentamente.

Clarise – ¡Dios! ¡Qué bien he dormido!, pero…¿que hora es?

Miré la hora, eran casi las 9:45, el restaurante cierra alas 10:30. Me apresuré en vestirme, puesto que la noche anterior no había comido nada, tenía un hambre voraz, y quería ver el maravilloso buffet que me esperaba para desayunar. Mientras desayunaba tranquilamente pensaría en como gastar todos esos días de vacaciones de la mejor manera posible y aprovechando los días.
Una manada de gente salía y entraba del restaurante.
“Uff cuanta gente con hambre”

Camarero - Mesa para… ¿uno? - dijo dudando el camarero.
Clarise - Sí - dije rotunda.

Estaba ya harta de que la tratasen de solitaria. Acaso una mujer no puede disfrutar de unas vacaciones sola?. Bueno, visto así era un poco raro, pero ¿porque la gente lo pone mas difícil?

Cogí mi bandeja y empecé a llenarla de cosas deliciosas y me la llevé a mi mesa. Comencé a observar a la gente de mi alrededor. Parejitas de enamorados, recién casados, viajes de fin de curso, un chico solo en una mesa,...mira, al menos no era la única, aunque estaría esperando a alguien. No a todo el mundo le gusta madrugar para desayunar en un paraíso así.

Después del desayuno me encaminé a reservar las excursiones y salidas que realizaría en esos días. Tenía que tener cuidado porque casi todos eran salidas en las que una persona sola no se encontraría lo que se puede decir a gusto. Decidí coger lo típico, un día iría a ver los delfines, otro montaría a caballo, una especie de expedición por los pueblos más cercanos, y las demás las iría cogiendo sobre la marcha.
Una vez decidido me marché al bungalow a por la toalla y me fui a darme un chapuzón a la playa hasta la hora de comer.
La hora de comer llegó y desee no haber desayunado tanto. Me cambié y aún con el pelo mojado me dirigí al restaurante. La mañana había pasado muy rápido.

Camarero - Hola señorita Clarise - vaya realmente asombroso, sabía mi nombre, me pregunto si sabría también los de las mil personas restantes.

Me dirigí a la misma mesa de esa mañana, cuando me acostumbro a algo no puedo dejarlo, eso me debió pasar con mi futuro marido…

Otra vez eché un vistazo a las mesas de alrededor, reconocí a gente. Otra vez estaba ahí ese chico, está vez se me quedó mirando. Tengo que aprender a disimular más a menudo. Estaba comiendo otra vez solo. Era un chico moreno de pelo corto pero no demasiado, muy guapo, pero de una manera especial. Vaya! otra vez me había pillado mirando.
Se levanto, y al pasar por mi mesa me miró.

X - Buenos días - dijo cordialmente.
Clarise - Hola, buenos días.
X - Esta mañana he visto que también has bajado sola a desayunar, yo viajo solo y me preguntaba…

Alcé la palma de mi mano con el dorso mirando hacia él, enseñándole mi anillo de compromiso.

Clarise - Lo siento… ¿mm?
X - Georg. Vaya no era esa mi intención, es decir, no me has dejado acabar la frase, y.. bueno , ha sonado realmente mal, me siento avergonzado , de verdad, no pretendía intimidarte ni conseguir nada de ti, solo amistad, puesto que veo que estábamos solos y todo el mundo esta tan acompañado … pero no pretendía buscar nada de verdad, en fin, me iré supongo que a tu novio no le gustaría verme aquí - dijo Georg muy nervioso y avergonzado.
Clarise - Vaya, ¿todo eso he hecho con solo levantar la mano? Jajajaja. No te preocupes Georg, realmente si que parecía eso, y no te preocupes por mi novio, viajo sola. ¡Sí!, al final acertaste.
Georg - Vaya, que extraño….bueno, no te molesto más… ¿mm?
Clarise - Clarise.
Georg - Encantado de conocerte. Si algún día te aburres comiendo sola, jajaja puedes acercarte a mi mesa, me aburre bastante estar aquí solo, por lo menos así las comidas serían amenas. Sin que pienses maaal eeh! Ja, ja, ja.
Clarise - Jajaja que gracioso, OK, lo tendré en cuenta. Hasta luego.
Georg - Hasta luego.

Vaya, ya tengo amistades, que haría él por aquí solo. Buena pregunta sacada de una chica prometida sola en una isla paradisíaca. Aquella noche decidiría bajar a tomar algo al baile , después de pasar la tarde visitando todo aquello. No sin antes llamar a mi novio, puesto que ya era hora de que supiera algo de mí.

Clarise - ¿John?
John - Si, ah hola Clarise, llamas en un mal momento cariño, estoy a punto de entrar en una reunión.
Clarise - Pero si allí son las 20:00 de la tarde!.
John - De verdad pareces un detective incluso lejos de aquí, no te entiendo.
Clarise - Está bien, ¿cuándo querrás saber algo de mí?
John - Ya empezamos con el retintín, pues no se, llámame al mediodía, pero deberías hacer tus cosas allí, has de disfrutar de tú viaje.
Clarise - ¿Disfrutar?
John - No empecemos otra vez. Ya lo hemos hablado.
Clarise - Está bien John, ya hablaremos.

Visto el éxito de la llamada decidí olvidarme como pude y fui a arreglarme al bungalow para bajar a la fiesta que organizaba cada noche el hotel.
La fiesta fue un poco aburrida, me tome un ponche cola y me senté en una de las mesas, los camareros invitaban a bailar, me intentaron sacar dos veces, a la tercera lo consiguieron. Después de pasar toda la vergüenza del mundo me volví a mi silla.
Al sentarme vi a Georg en la otra punta también solo. Me dieron ganas de ir. Me toqué el anillo, me levanté y me fui a mi habitación. No estaba haciendo nada por ir a hablar con un amigo, pero prefería dejar las cosas como estaban por si era mentira todo lo que me había dicho. Me metí en mi habitación y me quedé un rato sentada en la cama, apague la luz y me fui a la ventana a observar la noche. De repente apareció Georg por la pasarela horizontal, cerré la cortina para que no pareciera que le estaba vigilando, la entreabrí otra vez.

“Madre mía, tiene el bungalow de al lado!!





CAPITULO 3 / DESENGAÑO


Jueves 3 abril 2008

Por la mañana sonó el despertador, demasiado temprano para mi gusto. Lo apagué deprisa porque no había calculado que había tanto silencio en aquel sitio, y parecía más bien un despertador para todos los bungalows que solo para el mío. El susto me había dejado el corazón latiendo a mil por hora.
Me puse el bikini y un vestido verde muy fresco, vi el jacuzzi y resultaba bastante tentador, pero lo dejaría para la noche. Al salir vi que Georg salía también de su bungalow, a la vez que una pareja del bungalow contiguo. No entendía tanta coincidencia.

Georg - Vaya, somos vecinos, juro no haber cambiado la habitación ja ja ja, al final me llamaras acosador.
Clarise - Exagerado! , además ayer no me acosaste - vaya error decir eso.
Georg - Vaya ¿así que reconoces haberme visto y no saludarme…?
Clarise - Tú también me viste…bueno, ¿por qué todo el mundo se ha puesto de acuerdo en salir a la vez a desayunar? - intenté cambiar de tema.
Georg - No se, algún loco le ha dado por poner el despertador a todo volumen. Deberían encerrarlo, no tendrían que permitir despertadores en lugares tan tranquilos como este…. ¿y esa cara?, jajajajajajaja, ¿no me digas que eras tú?, espera...

Se fue corriendo a la puerta de su bungalow dejándome perpleja, “que energía tiene este chico”.

Clarise - ¿Pero a dónde vas ahora?
Georg - A llamar a seguridad para que te encierren jajajaja.

La situación era bastante graciosa y no pude contenerme la risa.

Georg - ¡¡ Eeh los de la 26 !!. Esta es la culpable, es la que nos ha despertado a todos!! - dijo chillando a la pareja que había salido justo a la vez que nosotros.

La pareja se quedó mirando con una sonrisa, menos mal que se lo habían tomado bien.
Clarise - Dios, ¿siempre eres así? Que vergüenza, ya no voy a desayunar contigo… - ¡dios! ¿Qué había dicho…?
Georg - Si es eso lo que quieres... - dijo entre serio y entristecido.
Clarise - Mmm bueno no te pongas así que era broma.
Georg - ¡¡Siiiii, ya tengo con quien desayunar!! - dijo con una felicidad extrema.
Clarise - ¡Me has engañado!
Georg - ¿O sea que lo haces por pena?
Clarise - Mmm si jajajaja - mientras hablábamos ya habíamos llegado a la puerta del restaurante - anda pasa y siéntate allí que me tienes contenta.
Georg - ¿En tú mesa? No, no, vamos a la mía.
Clarise - ¿Encima te crees con derecho a mandar? … brrrrr venga vaaaa.
Georg - En serio, no lo hago por capricho hay una preciosa vista desde allí.
Clarise - Que vamos a desayunar, no a soñar con los angelitos jajaja anda venga, vamos a la tuya.

Nos dirigimos a la mesa. La verdad es que el chaval tenía razón, desde ahí se veía una estampa muy bonita.

Clarise - Tenias razón, que bonito, es para quedarse un rato aquí.
Georg - ¿Tienes algo mejor que hacer? Jajaja.
Clarise - Pues la verdad es que si, jeje, tengo que pensar que excursiones coger más, que haré todos estos días, y llamar a mi novio...
Georg - ¿Puedo hacerte una pregunta?
Clarise - Ya sé qué me vas a preguntar… mi novio no está aquí porque le ha surgió un imprevisto en el trabajo y yo no quería perder el viaje.
Georg - Es un viaje muy grande para venir sola. ¿Tan importante era lo que tenía que hacer? ¿No se podía cancelar el viaje?, por cierto, ¿no estabas casada?
Clarise - No quería cancelarlo, creo que me merezco un descanso, o no puedo? - dije con aire amenazador - y sí, solo estoy prometida.
Georg - Si, si, si, claro que puedes. Claro está que no era la pregunta que quería hacerte jajaja.
Clarise - Aps, ¿y qué me ibas a preguntar?
Georg - Si querías sacarina o azúcar para el café…

Me puse roja como un tomate, le había contado mi historia a un desconocido que no tenía porque saberla, y poco más le cuento toda la verdad, que estaba muy ilusionada con la idea de viajar con mi futuro marido, que había estado un año preparando este viaje, pero que durante ese año algo había cambiado entre ambos y quizá esa era la razón por la que le dio mas importancia al trabajo. Él me había dado confianza y yo se la estaba cediendo. Ahora tocaba cobrarme mi parte.

Clarise - Bien, ya que te contado mi parte sin necesidad alguna, me parece justo que me cuentes la tuya,... ¿Qué haces aquí tan solo?
Georg - He venido a estudiar los sonidos que emiten los delfines de esta zona cuando están en cautividad, según muchos científicos si canalizamos esos sonidos en forma de lenguaje podríamos saber la fuerza de su inteligencia. Se cree que son capaces de leer el pensamiento de los humanos…

Me había quedado embobada escuchándole..

Clarise - ¿¿¿¿Qué???? Woauuuuu es maravilloso, que emocionante, que eres biólogo o algo así, es increíble, me encantaría trabajar en cosas tan emocionantes, yo soy investigadora pero no tengo trabajos así, que envidia,… - dije de forma muy eufórica.

Con la emoción que tenía no me había dado cuenta que Georg se estaba conteniendo la risa como podía.

Clarise - ¿Qué? ¿Qué pasa?
Georg - Jajajajajajajaja - se rió a carcajadas, tan altas que se giraron varias personas de las mesas de alrededor - ¿Qué los delfines pueden leer la mente humana?, ¿como te has podido creer eso? Jajajaja.

Mi cara denotaba todo mi cabreo, que aumentaba por momentos. Pero al ver como se destornillaba de risa él solo, empecé a contagiarme y acabé riéndome de mi misma casi más que él.

Clarise - ¿Siempre eres tan mentiroso? - dije aún medio riendo.
Georg – Jajaja, es que la verdad no es muy interesante, así que…. La verdad es que quise hacer este viaje para despejarme un poco de todo, últimamente las cosas se me amontonaban en la cabeza y no me dejaban dormir bien. Así que pedí un descanso, y aquí estoy, no creo que haya mucha gente que quiera dejarlo todo para compartir esto conmigo, así que aquí me ves tan solo. Lo cuál es un inconveniente porque para ciertas salidas no esta demasiado interesante hacerlas solo.

Clarise - ¿Cómo cuáles?
Georg - Como el restaurante ese que comes debajo del agua...
Clarise - ¿Y esa cara?
Georg - Nada, que pensándolo bien, si que es una lástima venir solo…pero bueno ya está hecho.
Clarise - Te veo triste…
Georg - Lo siento. Bueno, se hace tarde será mejor que nos vayamos, el chico de las excursiones se va a las 10 y media.
Clarise - ¿Cuándo es la salida a ese restaurante?
Georg - Esta noche, ¿porque?
Clarise - Vamos.
Georg - ¿Cómo?
Clarise - Que vayamos, ¿vas a quedarte sin ir solo porque has venido solo? No digas tonterías, te irás con las ganas de verlo, además suena muy bien!.
Georg - Bueno, Ok - dijo asombrado - pero no te sientas obligada eh.

Nos fuimos del restaurante, y fuimos a reservar la salida de la noche, de alguna manera me sentía responsable de que ese chico se lo pasara bien aquí, aunque era yo la que estaba buscando la mejor forma de pasarlo bien, quizá haciéndole feliz a él conseguiría hacerme feliz a mí misma.
Sentí una punzada en mi corazón,... John, donde has estado este último año, donde?, le echaba de menos, me imaginaba con él en ese restaurante, cada vez me pesaba mas el pecho y una lágrima salió de mi ojo derecho, otra más tarde, del izquierdo, recorriendo ambas mis mejillas. Georg andaba delante así que me dio tiempo a secármelas sin que notara nada.

Después de aquello nos despedimos y nos fuimos cada uno por su lado hasta llegar la noche.

Por la tarde decidí llamar a mi novio, puesto que allí sería mediodía. El teléfono se descolgó haciendo un ruido extraño como si se descolgase o cayese al suelo.

Clarise - ¿Hola? - me sentía inútil hablando a la nada - ¿John estás ahí?
John - ¿Si? ¿Clarise qué quieres ahora?
Clarise - ¿Cómo que qué quiero? ¿Saber si mi pareja está bien, es un delito?
John - Cuando estás tan cansado de trabajar sí. Lo siento, es que estoy estresado y me salta el mal humor, ¿cómo estás?
Clarise - Bien, te noto nervioso.
X - ¿Me visto ya y nos vamos? Llegarás tarde al trabajo John - se acercó a la habitación gritando prácticamente.

Repentinamente John me colgó el teléfono. Una presión muy fuerte recorrió mi corazón y me dejó sin aliento, la cabeza empezó a darme vueltas y empecé a medio marearme.

John - ¡¡¿Qué haces Zorra?!! ¡Era Clarise!
Lucía - Pero pensé que no lo cogerías estando aquí conmigo…Yo, lo siento.
John - No, no lo sientes, es lo que buscabas, ¡lárgate de mi vista!

Una vez tranquilizada, y con los ojos empapados en lágrimas cogí el teléfono y volví a marcar.

Clarise - ¿Por qué? - dije sollozando.
John - ¿Por qué que?, se ha cortado el teléfono, no te he colgado.
Clarise - Ya sabes de qué hablo, ¡hay una mujer en tu casa!
John - No es cierto, tenía encendido el televisor.
Clarise - Pues no te conviene tener un televisor que sepa tanto de ti. Adiós John, ya lo entendí todo.
John - Clarise, espera… ¡mierda!




CAPITULO 4 / LA CENA


Me tiré toda la tarde en mi bungalow llorando a lágrima viva. Lloraba pero no sabía bien porqué. Aquello no me pillaba de sorpresa, ya había estado viendo cosas extrañas estos últimos meses, y más o menos ya me había ido haciendo a la idea, pero aquello dolía, tantos recuerdos…¿porque mi cabeza se empeñaba en recordar las cosas bonitas de él?, ¿Por qué me hago daño a mi misma?.

Decidí que tenía que olvidarme de todo, intentar rehacer mi vida de la mejor manera posible. De lo que estaba segura es de no querer arreglar las cosas con él. Pero aún era demasiado pronto, y todo esto destrozaría mis vacaciones que tanto me habían costado, sin duda era el peor momento para enterarme de la verdad. ¿Sería un castigo por haber quedado con Georg para cenar?, ¡qué demonios!, yo no había hecho nada malo!. Acurrucada en mi cama, con la almohada mojada y el pelo empapado de mi llanto, de repente me di cuenta de la situación.

¿Cómo iba a afrontar la situación de salir de cena dentro de 3 horas con Georg? Ni tenía ganas, ni valor, ni creía poder disimular la tragedia.
Estaba histérica, lo único que temía era que los nervios me traicionaran y me diese un ataque allí mismo.

Hice lo peor que pude hacer, acercarme a una farmacia a por algo que me tranquilizara. Me vestí de la peor manera y deprisa, y salí casi corriendo para que no me reconociera nadie con unas gafas de sol para tapar mis hinchados ojos.

Farmacéutica - ¿Si? Hola, ¿qué quería?
Clarise - Verá, sé que se va a negar en rotundo - me quité las gafas ya que no había nadie más - pero es que estoy pasando por un mal momento y…necesitaba algo para… - dije avergonzada, sabiendo la negativa que me iba a dar.
Farmacéutica - Verá señorita, sé que muchos de ustedes, que vienen a visitarnos de tan lejos se piensan que esto es el país de la libertad, y que aquí todo es como si fuera de mentira porque la farmacia pertenece al hotel, pero, créame, yo soy farmacéutica, esto es una farmacia, y no, ¡aquí no vendemos drogas!
Clarise - ¿Pe…perdone? - pregunté con los ojos como platos.
Farmacéutica - Si, estoy harta de todos los turistas que vienen aquí como si fuera la ciudad sin ley, luego van a sus países dando mala propaganda del nuestro. Vaya a su país a divertirse - dijo con despecho.
Me quedé blanca como la pared de esa farmacia. Empecé a sentirme mareada por toda aquella situación y a quedarme sin respiración, un calor recorría mi estómago y no sabía bien si llorar, respirar o gritar, todo en mi cabeza me daba vueltas, toda clase de pensamientos, buenos, malos todos a la vez se agolpaban y un ataque de nervios hizo que cayera de rodillas al suelo y rompiera a llorar.

Farmacéutica - Ai señorita, pero ¿qué le pasa? - Preguntó asustada mientras salía del mostrador - Cálmese, cálmese, ¿quiere que llame a una ambulancia?
Clarise - Noo, solo quiero que me venda algo para tranquilizarme - dije desesperada.
Farmacéutica - Pero eso me va a ser imposible, esto se me escapa de las manos, necesitará una receta médica.
Clarise - Vamos, no tengo ganas de esperar a un médico, tengo un compromiso dentro de 3 horas.
Farmacéutica - ¿Y porqué no lo cancela? No está en condiciones de ir a ningún sitio.
Clarise - Porque no quiero quedarme sola en mi habitación, ¡¡¡tengo miedo!!! - grité.
Farmacéutica - ¿Y porqué no le explica su situación a esa persona?, seguro que lo entenderá.
Clarise - Mi intención era no preocuparle, íbamos a cenar al “Deep sea restaurant” y voy a parecer una histérica.
Farmacéutica - Ese restaurante es precioso, ¿como no va a estar feliz? Seguro que no será tan grave lo que le ocurre si un apuesto chico le invitó al Deep sea restaurant, aún estoy esperando yo también que un apuesto caballero me invite a ese restaurante - fantaseó.
Clarise - Jajajaja me has hecho reír, eres un sol.
Farmacéutica - Me llamo Ana.
Clarise - Clarise, encantada.
Ana - Mira, vamos a hacer una cosa - dijo mientras me ayudaba a levantarme, se adentró en el mostrador y empezó a buscar - por esta vez haré la vista gorda, esta caja la pondré como estropeada - golpeó la caja con su mano mientras yo quedaba atónita - sin embargo solo te daré un tranquilizante, solo uno, ¿me escuchas?, no te puedes hacer adicta a esto, los problemas se han de afrontar sin estas cosas o por lo menos debería, ¿me vas a hacer caso?, solo por esta vez.
Clarise - Claro Ana, lo entiendo. ¿Qué te debo?
Ana - Mañana a esta hora no te olvides de venir a contarme qué pasó con el hombre apuesto que te invitó a ese maravilloso restaurante - dijo alzando las manos.
Clarise - Jajajaja claro Ana, eso esta hecho, muchas gracias por todo.
Ana - Hasta mañana - dijo sonriendo.

¿Como podía una persona recién conocida tranquilizar tanto? A lo tonto le había contado a esa chica que desconocía, lo mal que me encontraba, y de alguna manera me había tranquilizado e incluso me había ilusionado por ir a la cena, increíble. No le dije que el restaurante me lo había pagado yo, le dejé que se quedase con su idea de cuento de hadas. ¡No podía decepcionarla!.

Llegué a mi habitación y con un buen vaso de agua me tomé la pastilla, me tumbé en la cama de nuevo, intentaría dormir una hora y media, me puse el despertador por si hacía demasiado efecto.

El despertador sonó, levanté los ojos asustada sin saber qué pasaba, apenas veía lo que tenia delante, conseguí agarrarlo y apagarlo. Había necesitado el despertador para despertarme, mala señal…

Me puse en pié y caí desplomada al suelo, el efecto del tranquilizante era demasiado fuerte. ¡Dios! Ahora parecería una yonqui. Conseguí coger fuerzas para ir al lavabo y despejarme un poco. Ya no tenía ganas de llorar, me sentía como en una nube, pero la sensación no me gustaba nada, estaba atontada.

Georg tocó a la puerta a las 20:30.

Georg - ¿Estás lista? - gritó desde fuera.
Clarise - Ahora salgo - me miré al espejo intentando reconocerme a mi misma - mire mi vestido de seda rojo, largo, de tirantes y entallado a la cintura y unos zapatos de tacón - vamos que cualquiera no se pone como una moto con este vestido, aunque la chica fuera un cardo borriquero, si es que, ya me vale - dije en voz media.
Georg - ¿Qué decías?

“¡Joder que oído!”

Clarise - Nada, nada que ahora salgo - mierda, no me daba tiempo de cambiármelo, no quería hacerle pensar lo que no era, pero ya era tarde.
No pude evitar salir del bungalow con cierta vergüenza.

Georg - Hola.
Clarise - Hola.
Georg - Vas muy…
Clarise - ¡¡A callar!! - dije con soberanía.
Georg - Jajajaja esta bien, mujer de rojo jajaja.
Clarise - Vamos hombre de negro.
Georg - Eeh ¿cuál es el problema?, ¡¡si voy genial!
Clarise - ¿Qué has querido decir con eso, que soy un problema?
Georg - Te lías tú sola eh jajajaja, vas preciosa tonta - dijo avergonzado.

La verdad es que a mi también me dio vergüenza pero el atontamiento me impedía cualquier tipo de reacción.

El camino por la pasarela de madera hasta llegar a la playa me pareció eterno y el triple de peligroso. Una vez allí nos dirigimos al barco que nos llevaría al restaurante, ubicado en una de las otras islas. Allí había más gente esperando al barco, parejas, grupos,…Tardó 10 minutos más en llegar. Subimos y estuvimos en media hora allí. Durante el viaje refrescaba pero no hacía excesivo frío.

Georg - Estás muy callada hoy, ¿ha pasado algo?
Clarise - ¿Cómo? No, ¿por qué lo dices?.
Georg - Te noto muy seria, y no te he visto en todo el día. Ni siquiera te he visto a la hora de comer.
Clarise - No he ido a comer, no tenía excesiva hambre y he picado algo por ahí.
Georg - Está bien, espero que la tengas ahora.
Clarise - Mmm sí claro - mentí contestando con una sonrisa forzada.

La entrada del restaurante era como una pequeña caseta blanca, dentro de ella se hallaba un ascensor donde bajábamos de diez en diez, una vez abajo cruzábamos un largo pasillo blanco hacia una especie de túnel en forma de circunferencia con todo el techo cubierto de cristal, donde se podían ver los peces. Fuera habían colocado luces para que durante la noche se pudiese ver toda aquella maravilla. Las mesas estaban adornadas de curiosas vajillas, y de cada mesa colgaba un micro para llamar a los camareros sin necesidad de levantarte.

Clarise - Guau, ¡¿da respeto eh?!
Georg - Sí, de hecho una vez tuvieron problemas porque hubo una grieta en una de las juntas y tuvieron que desalojar a toda prisa el restaurante con la gente a medio comer.
Clarise - ¿Qué?, ¿Lo dices en serio??
Georg - No, claro que no jajajaa.
Clarise - Vale, olvidé con quién estaba hablando…

La cena fue excelente, estuvimos hablando de nuestros trabajos. Él trabajaba en un departamento de policía, se encargaba de los ordenadores de cada sección, y se había tomado un descanso. No me quiso explicar el porqué. Yo le conté que estaba en una etapa de cambio de trabajo y que eso explicaba que pudiese pegarme esas vacaciones. Que cuando llegase a Berlín…

Georg - ¿Berlín?
Clarise - Si, he decidido salir de mi ciudad y buscarme algo en Berlín.
Georg - ¡Vaya!
Clarise - ¿Qué pasa? - temiéndome lo peor.
Georg - Yo trabajo y vivo allí - dijo sonriendo, mientras a mi no me gustaba para nada esa idea - Te has quedado seria, ¿de dónde eres tu?
Clarise - Magdeburg.
Georg – Mira, se que te incomodo, y que te piensas algo de mi que no es, pero por favor yo solo busco hablar contigo, en confianza sin que sientas que estoy buscando algo. Ahora mismo te hubiese dicho que si en mi trabajo hubiera un puesto te llamaría para decírtelo, pero sé que te va a sentar mal y te vas a sentir presionada.
Clarise - Qué analizador, me dejas asombrada. Lo siento Georg, siento mi comportamiento y parecer que estoy a la defensiva, la verdad es que eres muy majo y me estas haciendo mas agradable este viaje, y yo te lo pago siendo una borde.
Georg - No pasa nada. ¿Un poco de vino? - cambió de tema.
Clarise - Sí gracias.

Claro que Georg me iba llenando el vaso de vino cada vez que lo veía vacío, sin saber que estaba medicada, pero lo hacia delante de mi, y yo no decía nada, ni lo había relacionado.

La cosa comenzó a animarse y comencé a sentirme mejor conmigo misma, hablaba más fluidamente con él y me lo estaba pasando genial. Él se sorprendía por momentos de mi actitud, y me apartaba la botella para que ni la mirase.

Clarise - Ehhh que no voy tan maaal - dije con un tono de voz extraño y riéndome a carcajadas.
Georg - Bueno por si acaso jajajaja.
Clarise - No confías en mi - dije resignada.
Georg - Claro que sí, de lo que no me fío es de lo que te has tragado jajaja.


Tomamos los postres y nos fuimos al barco, otra media hora para volver. Empezaba a sentirme con somnolencia. De vez en cuando miraba a Georg, que parecía ausente mirando hacia el mar, en ese momento le empecé a ver de otra manera. Apoyé mi cabeza en su hombro, para su sorpresa. Le vi tenso, sin saber qué hacer, pero me dio igual.

Georg - No te duermas eh…


Me desperté de mala leche y medio atontada, mejor no decir nada durante un rato. Me levante de mala gana y bajé los escalones de la embarcación. Creo que Georg había notado algo. Dejamos la playa y emprendimos el viaje al bungalow por la pasarela de madera.

Georg - ¿He hecho algo que te haya molestado?- dijo bastante serio.
Clarise - No, ¿por qué? - dije en tono irascible - estás todo el rato preguntándome lo mismo, si no te gusta como soy…
Georg - ¿Me largo? - me quedé callada - si quieres que me largue solo tienes que decírmelo - no me atreví a decírselo - O si quieres piénsalo mañana porque hoy no te voy a dejar aquí sola en tus condiciones.

Clarise - ¡JA! ¿Qué condiciones a ver? - No me dio tiempo a decir mas cuando me cogió en brazos y se dirigía hacía el bungalow cruzando la pasarela – ¡¡Georg!! ¡¡Suéltame, suéltame!! - me balanceé tanto que Georg se asustó y me bajó al suelo - Eres idiota - dije empujándole, sin acordarme que lindábamos ya el borde de la plataforma.
Georg - Aaaaaah - fue lo único que le dio tiempo a decir al pobre antes de caer en plancha al agua.

Me agache y le vi que buceaba hacia arriba, el agua no le cubría, se podía haber hecho daño. Se quedó allí de pie dentro del agua, mirándome con cara de enfado, sin saber que decir, la apariencia de una cara que expresa que ya me estaba pasando de la raya con mis cambios de humor.

Clarise - ¿Cómo vas a subir? - dije con voz de culpabilidad y sin saber como sería la respuesta.

Georg se fue hacia la playa, sin dirigirme la palabra, en ese momento pensé que se iría y rompí a llorar como una descosida de lo inútil que había sido y por todo lo sucedido. Me tocó la espalda por atrás, sin decir nada se había agachado al lado mío. Había dado la vuelta hacía la playa y había vuelto a recorrer la pasarela. Me estiró del brazo.

Georg - Vamos - dijo serio.

Me paré en seco mirándole con cara de culpable y reclamando su perdón sin dejar de llorar. Me giró la cara y siguió estirando.

Georg - No hagas que te coja en brazos otra vez, estoy empapado.

Estaba realmente dolido. Llegamos a nuestros bungalows.

Clarise - Quédate un rato conmigo.
Georg - Clarise yo… - era una negativa.
Clarise - Por favor…-
Georg - Vamos al mío, me cambiaré, estoy cogiendo frío - dijo mientras se marchaba.

Le seguí hasta su bungalow, entramos, él se fue a cambiar y yo me estiré en su cama. Se puso su pijama una vez se había duchado para quitarse la sal del agua del mar. Se tumbó a mi lado medio sentado y con las manos juntas, mientras miraba a su lado, donde estaba yo.

Georg - ¿No me tienes que contar nada? - parecía seguro de lo que decía.
Clarise - No, yo diría que no.
Georg - ¿Estás segura? - dijo cogiéndome la mano y tocando el dedo donde antes había un anillo.

Me abracé a su cintura, mientras él me pasaba la mano por el hombro, lloraba, y volvía a mojar de sal su camiseta, subí hacia arriba para recostarme más en su pecho agarrándo su cintura.

Georg - Eh, eh, tranquila - dijo suavemente - tranquila.

Me quedé dormida así, a su lado, rendida del cansancio de tanto llorar, del estado de embriaguez y atontamiento.

Georg me besó la frente.

Georg - Cuando no sepas que hacer seré tu ángel,… Solo para tí.

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